Me sobran los motivos para mencionar al Maestro Joaquín Sabina en el Blog*

Quizás el más vanal y circunstancial hoy no haya sido otro que el escuchar gran parte de su repertorio durante toda la tarde-noche en el garito en que trabajo. A diferencia de ayer la paz reinaba en el saloon y hoy los alaridos agonizantes de los hooligans eran substituidos por su voz ronca y sus letras inteligentes. Estas, han ido embelesándome y abriendo las puertas de mi memoria una a una. Desde ellas he podido volver contemplar cómo, hace años, los sábados por la tarde por el módico precio de 25 pesetitas limpiaba en casa de mis padres su coche al son de una de romanos .... cómo mataba el tiempo las tardes de instituto tarareando calle melancolía mientras esperaba la llegada de la clase de filosofía, cómo pasé aquel verano en que escuché por primera vez radio 3 y en esa emisora sonaba pongamos que hablo de madrid , cuando mi madre aún por aquel entonces seguía siendo fiel a lo más puramente alternativo...
Sin embargo, la última, que el reproductor me ha regalado poco antes de que acabara mi turno, contigo, ha sido el leit motiv principal del presente post, la que ha tocado el fichero del desengaño y de la melancolía, de esos anhelos no conseguidos ... y por eso, y para que quede constancia de ello aunque sólo sea para mi... escribo apuntes de mi memoria .. la memoria de una tarde en un bar al son de un Sabina al que le dieron más de las diez. Por cierto, en unos de sus ratos, él y A. Rot escribieron a Viridiana ;).