jueves, 25 de marzo de 2010

La Universidad..

.. ese lugar que me era ya muy extraño y muy lejano ha vuelto a mi vida. ¿O he vuelto yo a la vida de la Universidad? Mmmmm ... sin duda alguna ella ha vuelto a mi vida porque quien se adapta es ella a mi y no yo a ella; porque una servidora anda ya muy mayor para la inconsciencia, la irresponsabilidad, las borracheras entre una juventud recién salida de su periodo púber, por no mencionar el entrar en el mundo de la competencia entre iguales-mentes-no-pensantes.

Las mañanas en la ciudad charra siguen oliendo a ese ácido olor a carbón quemado de las pocas calefacciones centrales que quedan sobreviviendo a la nueva era del gas natural.
Las niñas siguen llevando poca ropa y sus pendientes de perlas a pesar de la lluvia, la nieve y los 5 bajo cero de camino a la facultad de derecho a las nueve de la mañana; y los chicos de filosofía siguen siendo barbilampiños de pelo largo y sudaderas con motivos anarquistas y musicales.

Sorprendentemente, ha cambiado el número de alumnos de esa facultad que frecuento a diario, el número de "potenciales filósofos" se ha ido incrementando de manera importante a lo largo de mis años de ausencia, y me he encontrado en aulas en las que casi había que disputarse un huequito para tomar asiento.
¿Es que no saben que la Filosofía está en peligro de extinción en el mundo laboral? Añoro esa inocencia, ese no querer saber y ese brillo en los ojos que me decía que el mundo era mío, que todo iba a ser fácil y que si no quería no había por qué sufrir.

Veo una universidad adaptándose de la mejor manera posible a un Plan Bolonia Europeo que experimenta con cobayas que no tenemos ni idea de qué es eso ni tampoco los resultados -positivos o negativos- que nos va a dar.
Veo muchos ordenadores e interacción en la red del sistema informático de la Universidad.
Veo formas alternativas de enseñar y de evaluar (no en todos los casos, ¡claro!...).
Y veo una ciudad maravillosa que me acogió durante muchos años y que amablemente abre las puertas de nuevo a mis raíces maternas, con la pretensión de que finalmente acabe mi carrera para que sólo vuelva de vez en cuando a visitar a los viejos amigos y a tomarme una cañas y unos pinchos en la calle Van Dyck y acabe escuchando jazz o tangos en los nocturnos garitos de la Ciudad del Eterno Estudiante.

Mucho más podría escribir, pero me planto de momento aquí porque debo seguir con mi ensayo sobre la "filosofía de género", que probablemente publique en unos días en blog.

En fin, supongo que estas reflexiones seguirán aquí, de momento me retiro en el silencio de la biblioteca del Campus Unamuno de la Insigne Ciudad de Salamanca.

1 comentario:

  1. uuhhhmmmm julieta!!! me hiciste añorar aquellos viejos tiempos, aunque comparto totalmente tu postura, en el remotísimo caso de que me diera por volver no creo que fuera capaz de adaptarme. los tiempos pasados, pasados son, y es bueno que permanezcan en el recuerdo ¡besos!

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